José Retamales, director del Instituto Antártico Chileno (INACH), dice que hasta diciembre de 2003, cuando asumió el cargo, el “continente blanco” era totalmente desconocido para él.
Más de 11 años después, este ingeniero químico de profesión con un posgrado en Ingeniería Nuclear se ha convertido en uno de los principales expertos a nivel mundial en la Antártica, un territorio inhóspito y extremo que lo apasiona, según explica en una entrevista.
“La Antártica es otro planeta. Son las 11 de la noche y aún tenemos luz de día. Estamos en pleno verano, la gente está en la playa en Chile y aquí no se pueden meter en el agua”, relata Retamales en la base que el INACH tiene en la isla Rey Jorge, la mayor de las Shetland del Sur, al norte de la península antártica.
“Y eso que estamos en la entrada, esto son las Bahamas de la Antártica, hay que llegar adentro para ver cómo es este continente”, añade Retamales, quien recuerda que los cerca de 14 millones de kilómetros cuadrados de extensión equivalen a dos veces el territorio de Brasil.
“Para los chilenos es como ir a Marte. No podemos ir a hasta allí, pero tenemos la capacidad de venir a este otro planeta y esto a los científicos les apasiona”, señala.
El INACH es el encargado de organizar cada año la Expedición Antártica Chilena, cuya 51ª edición concluirá en marzo tras seis meses de trabajo en terreno.
El número de investigaciones que se realizan en la Antártida ha crecido vertiginosamente en los últimos años gracias el desarrollo económico de Chile y al apoyo financiero de agencias estatales, explica Retamales.
La campaña 2014-2015 concluirá con más de 89 programas científicos financiados en el continente antártico, frente a los 57 proyectos de hace dos años.
“El programa antártico chileno ha tenido unos últimos cinco años increíbles, cada año tenemos un nuevo récord”, comenta el director del INACH, organismo que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Una gran parte de las investigaciones se llevan a cabo en la llamada “Antártida Marítima”, una región que abarca las islas Shetland del Sur y la península antártica, la zona más cercana al continente americano.
En este sector, explica Retamales, está en marcha cerca de medio millar de proyectos de una veintena de países, aunque no todos tienen bases propias en el “continente blanco”, como Venezuela, Colombia y Malasia, que están empezando a explorar la Antártida.
Chile tiene siete bases y ocupa el sexto lugar en el ránking de países que más investigaciones realizan en esta zona de la Antártida, un panorama inimaginable hasta unos pocos años atrás y que lo ha colocado en la vanguardia de la ciencia antártica en América Latina.
Los proyectos abarcan distintas ramas de la ciencia, pero la punta de lanza en estos momentos apunta al estudio del cambio climático y la microbiología.
“En Chile, la tendencia es el micromundo: las bacterias, las levaduras, las proteínas y los microorganismos en general. Y el cambio climático por la importancia política del tema”, apunta Retamales, el primer director del INACH que no es militar ni diplomático.
Los efectos del cambio climático son el principal peligro para el continente antártico. “Si en la Antártida empezara una etapa de deshielo pronunciado, las consecuencias serían muchísimo más graves que en el Ártico”, observa Retamales.
Esto porque en el Ártico el hielo se encuentra en el mar y si se funde no altera el nivel del mar, mientras que en la Antártida el hielo está sobre tierra, por lo que si se derrite se convierte en agua que se suma a la del océano y provocaría un aumento pronunciado del nivel del mar.
“Es un fenómeno causado por el hombre, lo que quiere decir que el hombre lo puede resolver”, señala el responsable del INACH. “Pero cuando empiece el cambio, quizás no sea fácil volver atrás”, reflexiona.