Buscarán evitar recarga de visitantes al Parque Nacional Torres del Paine
diario el pinguino
17 feb 2016
3 Min. de lectura
El número de turistas que lo ha recorrido se duplicó en poco más de una década. Senderos parecen zanjas en algunos de sus tramos. Debe haber un manejo sostenible, incluso con las aguas servidas, la basura y los pequeños (grandes) derrames de aceite y gasolina de vehículos que han transitado por la Octava Maravilla del Mundo.
Los turistas que han recorrido los distintos senderos de los circuitos turísticos del Parque Nacional Torres del Paine se han encontrado con que en varios de sus tramos deben transitar por verdaderas zanjas.
Por una parte, el efecto erosionante de la lluvia, el viento y la nieve invernal, prácticamente durante todo el año, y el intenso tráfico de turistas que llegan a Última Esperanza, desde Punta Arenas o desde la Patagonia argentina, pasan por Puerto Natales, de preferencia, y de allí prosiguen su ruta hacia la octava maravilla del mundo.
Y las cifras hablan (y acusan): en el año 2004, llegaron 98 mil turistas y poco más de una década después, superan los 213 mil, según la estadística de la Conaf hasta el año pasado.
Y el número de turistas va aumentando, lo que no es malo, pero ha provocado daños que, primero, hay que paliar y, a futuro, obliga a adoptar medidas de protección de esa área protegida, una de las muchas, pero la más importante, de las áreas protegidas de Magallanes y Antártica Chilena.
La tarea
El riesgo de afectar el futuro inmediato, a mediano o a largo plazo, determinó que el sector privado, representado por el joven empresario turístico Mauricio Kusanovic, invitará a Jacob Brett, experto en senderos de “Shuswap Trail Alliance”, entidad canadiense con expertis en senderismo y protección de áreas silvestres, y a Germannee Vela – Ruiz, de la Fundación Cequa, ingeniera ambiental y master en gestión de aguas y costas.
Kusanovic ha planteado la necesidad de que la región asuma como tal y como destino, “un nuevo sistema de manejo turístico”, en cuyo marco los turistas deban reservar su entrada; que haya que ser mucho más estricto con su alojamiento “porque todavía está muy improvisado y se está recibiendo mucho más gente que de la que se debería” , afirmó quien representa a la organización AMA Torres del Paine.
En esa misma dirección están apuntando organismos públicos como Conaf y Corfo; la fundación Cequa; la estancia Cerro Payne, privados y propietarios de tierras vecinas al área protegida, por cuyos campos cruzan algunos senderos importantes, a fin de apoyar la conservación y evitar daños que, a futuro, pudieran ser irreversibles.
En tal sentido, Alejandra Silva, directora regional de la Corporación Nacional Forestal, calificó, en su oportunidad, que la experiencia que pudieron llevar a cabo los expertos ya mencionados “ha sido beneficiosa”, ya que ambos expertos han podido “hacer una evaluación en terreno (acerca de lo que está haciendo y se pretende hacer) y aconsejarnos cómo se puede mejorar”.
Iniciativa
Una de las iniciativas que ha venido cobrando mayor fuerza es la obligación, para los turistas, de hacer una reserva antes de visitar el parque, especialmente, para aquellos que se quedarán por varios días y que este año, en forma experimental, puso en marcha la Conaf, con evaluación positiva, según se ha indicado en fuentes hoteleras y turísticas consultadas por nuestro diario.
Mediante esta y otras acciones se busca generar un sistema de manejo turístico que, sin afectar la actividad turística proteja el parque, repare aquello que ha sido dañado, por ejemplo, las secuelas de los incendios forestales que lo afectaran hace un par de años, y lo mantenga en las mejores condiciones que sean posibles en el futuro cercano, a mediano o a largo plazo.
M.E.V., quien lleva años desempeñándose laboralmente en el Parque Nacional Torres del Paine, se declaró contento, pero no satisfecho porque, según su opinión, “hay que pasar del diagnóstico a la acción y pronto”, ya que no se trata sólo de la mantención en buen estado de los senderos turísticos, también hay que proteger el bosque nativo, la avifauna y adoptar medidas rigurosas de control sobre el destino de las aguas servidas y un sistema de retiro y manejo de la basura que genera la industria turística y los visitantes del parque, porque yo mismo, sin alardear, he recogido bolsas plásticas con basura y he visto grandes manchas de aceite que perdieron algunos vehículos particulares que van y vienen hasta la Octava Maravilla del Mundo”.
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